Con frecuencia, antes de dormir, mientras abrazo a mi mujer o amamanto a nuestra hija, me pregunto si, en unos años, recordará Gala, mi hija, la situación que vivimos ahora. La discriminación, la inequidad, la desigualdad social y legal… ¿serán problemas ya superados? ¿Recordará Gala la lucha cotidiana que sus madres (y ella junto a nosotras) libramos para que las tres, como familia, seamos tratadas con respeto y podamos gozar plenamente de nuestros derechos y libertades?
Gala tiene dos años. Es una niña encantadora y vive en un hogar feliz, estable y lleno de amor. Sin embargo, Gala no tiene los mismos derechos que otros niños. ¿La causa? Gala tiene dos mamás. Ante la ley, por supuesto, Gala sólo tiene una; ante la ley, Janice y yo somos extrañas y nuestra hija es solamente mi hija.
Se calcula que en México existen por lo menos un millón de familias como la nuestra. En nuestro país, una de cada diez personas es homosexual, y en una de cada cuatro familias hay una persona LGBT. La mayoría de ustedes tiene un familiar gay. Tal vez se mantiene “en el clóset” por temor al rechazo, pero existe.
Nosotras vivimos sin ocultarnos y somos respetadas y queridas por nuestras familias, amig@s y vecin@s porque nos conocen y saben que somos buenas ciudadanas: honestas, responsables, solidarias, generosas; saben que como pareja nos procuramos y cuidamos la una a la otra, y que como madres somos comprometidas, amorosas, pacientes y educamos a nuestra hija con respeto y libertad.
Para personas como Felipe Calderón, los problemas cotidianos a los que nos enfrentamos las madres lesbianas “no son asuntos prioritarios”. Para quien goza de los beneficios que la ley le otorga sólo por amar a alguien del sexo “correcto”, la lucha que las parejas homosexuales libramos es absurda y está más allá de sus preocupaciones. Las personas heterosexuales no tienen idea de cómo nos afecta la homofobia: las etiquetas, las burlas, los cuchicheos… la falta de respeto a nuestros derechos y libertades civiles, la intolerancia, la violencia… Sin conocernos, nos consideran enferm@s, desviad@s, o –por lo menos- rar@s. Se atreven a cuestionar la legitimidad de nuestra orientación, la validez de nuestro amor, y nuestra capacidad para criar a nuestr@s hij@s.
Décadas de investigación indican que la orientación sexual no es una opción, y no se puede cambiar. Nuestra atracción hacia una persona es parte de nuestra identidad. No necesitamos permiso ni aprobación para existir. Somos gente creativa y productiva. Pagamos impuestos, aportamos nuestro trabajo físico e intelectual a la sociedad y votamos. Una sociedad y un gobierno verdaderamente justos deben reconocernos y protegernos. El negar a una pareja como nosotras el derecho a casarnos, nos priva como individuos y como familia de una gran cantidad de beneficios sociales, legales y financieros. Atenta contra nuestra dignidad y nos convierte en ciudadanas inferiores, de segunda clase.
La aprobación de la Ley de Sociedad de Convivencia es un paso importante en contra de la discriminación hacia las parejas del mismo sexo, pero no es suficiente; esta ley no es verdaderamente equitativa y sus beneficios son limitados. La manera correcta de terminar con la discriminación por orientación sexual en lo relativo al matrimonio es concedernos las mismas protecciones legales y estatus social que el matrimonio le otorga a las personas heterosexuales. Apoyamos plenamente la Ley de Sociedad de Convivencia, pero exigimos también el derecho al matrimonio entre personas del mismo sexo.
El matrimonio es, simplemente, la manera más formal de reconocer el compromiso entre dos adultos de amarse y respetarse de por vida. Es una decisión personal y privada y personas como nosotras no deberíamos de tener impedimentos legales para llevarla a cabo. Terminar con la discriminación en el matrimonio civil sólo significa proveer a las parejas del mismo sexo un trato equitativo. No estamos pidiendo privilegios ni derechos especiales, no queremos un tipo especial de matrimonio; únicamente exigimos acceso a los mismos derechos, libertades y responsabilidades que gozan las personas heterosexuales: no más, pero tampoco menos. Es injusto que a las parejas del mismo sexo nos sean negados los beneficios tangibles e intangibles del matrimonio. Es injusto negar a unas familias las protecciones que otras disfrutan. Todas las familias comprometidas y amorosas deben ser reconocidas y respetadas. No se trata de homosexualidad o heterosexualidad, sino de justicia y equidad.
Deseo que el pueblo y el gobierno mexicano reconozcan muy pronto a todas las familias del país -incluyendo la de Gala- y espero que llegue el día en que pueda decirle a Gala que sus dos mamás estamos casadas no solamente de voluntad y de palabra, sino también bajo la ley. Hasta entonces, seguiré desvelándome pensando, como l@s otr@s millones de mexicanos LGBT, cómo proteger a mi familia sin el apoyo de las leyes de nuestro país.
La Ley de Sociedad de Convivencia y el matrimonio entre personas del mismo sexo no son debates políticos abstractos. Se trata de cuestiones personales, nos afectan directamente, afectan nuestro futuro y el de nuestra hija, nuestros derechos civiles y la vida de la gente que nos aprecia.
Sé que el derecho al matrimonio para parejas del mismo sexo es un tema difícil para mucha gente en México. Pero confío en que nuestro pueblo entenderá que la igualdad para tod@s no perjudica a nadie y sí nos fortalece como nación.
La lucha por nuestros derechos debe ser peleada por todos aquellos que busquen vivir en una sociedad verdaderamente justa y libre. No sólo por los miembros de la comunidad LGBT; por todos.
En el fondo, como dice Fernando Savater, se trata de tomar realmente en serio las dos vertientes – política y moral- de la revolución democrática: la primera estriba en la participación igualitaria en la soberanía colectiva y la segunda en la soberanía efectiva de cada cual sobre sí mism@.
Gracias.
Ema Villanueva, 5 de noviembre de 2006
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Que tal? A mi me encanto en cuanto lo lei y quise compartirlo aqui con uds. Esto es del 2006, pero como me decia Ema, este texto toma vigencia nuevamente ante la iniciativa del Pacto de Solidaridad Civil que se esta dando en el estado.
Hoy hay una conferencia en Chihuas al respecto, ya les contare de ello. Saludotes.