reCitando:


"El cambio es la única cosa inmutable"
Arthur Schopenhauer (1788-1860) Filósofo alemán


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Friday, January 18, 2013

Visual. (text at work)

Hoy en día la cámara se ha vuelto casi una parte de mí, un instrumento que me acompaña siempre y me permite compartir lo que sea que  la fortuna me otorgue presenciar: atardeceres, detalles, personas, movimientos, sorpresas, ventanas, charcos, lagos, hojas, perros, arañas, patos, niños, nubes,  grietas, gestos, sombras y luces… tantas  y tantas cosas que he podido encontrar en mi camino.  El mundo es un lugar hermoso, su gente y sus fenómenos son tan interesantes, cada momento es tan único, tan irrepetible, que quisiera poder captarlo todo, atraparlo todo y compartirlo todo.

Quizá esta manía mía es tan solo un reflejo  inconsciente a mi propia temporalidad, una manera de plasmar y dejar un testimonio de mi propio paso por el mundo. No lo sé. Solo sé que hay días en  que abro los ojos y  la luz y los colores me embriagan, me siento extasiado ante todo lo que contemplo.  Días en que  puedo  fundirme en cada sombra que descubro, en que puedo sentirlas  abrazando y dando forma y textura a todo cuanto existe, difuminándose y perdiéndose.  Días en que entiendo, que si no fuera por  el balance entre  luz y obscuridad el mundo solo sería un lugar plano y aburrido.  Y mis ojos agradecen esta danza perpetua entre una y otra.  Y a veces sucede que,  y esto no se bien cómo explicarlo pero, los objetos y  los seres  dejan de tener un sentido literal, se convierten  en  algo más allá del límite de las formas que las contienen.   Es como si cada hoja y cada pétalo de una flor perdiera su contorno y sus colores se amalgamaran en el  ambiente  que la rodean, como si  cada rama de cada árbol se estirara hacia mí y sus texturas me abrazaran y se fundieran con mis brazos, y las aves  salieran de sus nidos y comenzaran a volar entre mis parpados.  Como si la tierra y el cielo fueran una misma cosa intrínseca una de la otra que no se funde en el horizonte sino delante de mis pies,  como si el viento soplara desde el agua que está en un charco y este simplemente se extendiera y se extendiera hasta perderse dentro de mis pupilas.

Estoy loco? Quizá. Pero esta visión del mundo me deleita y me complace.  En mi mente hay  imagines  que no siempre he podido atrapar en una foto.  Hermosas  y  traviesas o tristes y melancólicas,   imágenes variadas y diversas,  pero siempre intensas.  Tales como la cálida sonrisa de un bebe brillando entre un mar de gente que va  atravesando la calle,  la sensación de una cabellera que se extiende caprichosamente sobre el césped cuando posa su cabeza sobre las piernas de su ser amado,  unos ojos  enormes con unas manchas de sangre mirándome fijamente mientras se  dilatan y la paz inunda el cuerpo que los albergan, la trayectoria que describe un avioncito de papel cuando  sale de la mano de una pequeña a quien su padre le enseña a hacerlos, o  niños jugando alegremente en el lodo formado por una lluvia torrencial que llego después de una prolongada sequía en el pueblo,  el amanecer llegando a la sierra mientras se filtra por  entre unos pinos tan enormes como el tiempo , el pelo maltrecho de un león de monte que está parado frente a mí en medio de la nada y que tranquilamente da la vuelta mientras  lo contemplo,  el reflejo de una vela en el ataúd de mi padre mientras mis hermanos rezan,  las figuras caprichosas que se forman con el humo del incienso frente a una urna con cenizas,  el bendito milagro de unos dedos pequeñísimos tratando de sujetarse de este mundo justo al momento de haber nacido... 

Soy un ser visual. Soy un ser que goza de las imágenes y las sensaciones que provocan.  Y soy un ser afortunado, por tener la dicha de  atestiguar tanto.  Este es la forma en la que vivo el mundo, es la manera en la voy sintiendo el pasar de los días.  Las imágenes ya estaban allí, yo solo las recolecto.