Vigilia.

Por tus ojos radiantes de alegría, mire al sol y las estrellas allá arriba.
Por tu pecho de emocion henchido, no hay lugar para la monotonía.
Y por tenerte entre mis brazos diez minutos - y sentir tu piel enardecida,
por posar mis labios en los tuyos... es que espero a que llegue un nuevo día.

Pero mas que nada, y sobre cualquier otra cosa, es por tu risa,
por tu risa interminable e inagotable... es que guardo silencio, oh alma mía.
Para escuchar el eco que aun deambula, que aun se expande a lo largo del tiempo,
hacia el pasado y al futuro, en el presente de mi vida.

Yo no se que pasara esta noche, cuando el susurro del viento abra de tajo
la puerta que conecta nuestros mundos;
yo no se que nos traerán las horas, cuando quemen en el fuego de las velas
uno a uno hasta agotarse sus minutos;
solo se que esta noche cerrare los ojos y escuchare tu risa,  y reiré de nuevo
...hasta las lagrimas ...hasta vaciarme, oh alma mía.

1 de noviembre, aun hay magia en el eco de tu risa.

eugenio abraham 

La ciudad que se desangra.

Vivo en una ciudad que se desangra en murallas y enrejados.
la comuna y los caminos ya no existen, ahora hay pequeños feudos.


eugenio abraham

El valor de la autoimagen, los niños de la calle.

-“Pero este periódico esta  todo mal… están diciendo mentiras! “

Y  en la cara de Juan, este jovencito  de 12 o 13 años se podía ver toda la indignación del mundo. Misma indignación que se reflejaba en las caritas de todos los peques a su alrededor  y que seguramente compartían por que al ser  mayor lo veían como un líder. 

Yo  me encontraba de visita  ese día en aquella casa hogar para “niños de la calle” porque debía hacer un trabajo para mi clase de valores y la directora  me había permitido ir a platicar con ellos.  La verdad es que no  recuerdo sobre que era mi tarea.  Lo que sí recuerdo es que  días antes  un reportero había ido  a hacerles una entrevista  y  justo  el  mismo día de mi visita había sido  publicado el artículo. Era esa nota la que Juan  había leído y la razón de su indignación.

Cuando le pregunte  el por qué de su enfado me señalo el  título del artículo, que decía algo así como “Casa hogar apoya a niños de la calle”, y entonces  todavía enfadado me dijo:

- “Es que es mentira! Nosotros no somos niños de la calle,  nosotros solo trabajamos allí.”

Y  así fue como todos  estos peques,  cuyas condiciones de  vida eran bastante precarias, muchos de los  cuales no tenían padres o era como si no los tuvieran…  así fue como me  enseñaron una  lección sobre lo  que es el valor de la autoimagen:  independientemente  de las condiciones de tu  vida,  eres TU quien decide si aceptas o no las etiquetas que los demás quieran colgarte. Porque a fin de cuentas, solo serás aquello que tu mismo decidas ser.  No recuerdo de que era mi tarea, pero esto jamás lo he olvidado.

eugenio abraham 

Sueños.

Los sueños, un lenguaje comun entre almas.
Los sueños, un lugar para reir y amar, en libertad, sin ataduras.
Los sueños, ese genial puente entre los mundos donde siempre podremos encontrarnos.
Un sueño. Que mas da? Si cuando despierto puedo seguir sonriendo, riendo. Y teniendo la fortaleza para seguir adelante.
(Gracias, por compartir conmigo los sueños).


eugenio abraham

el costado de la cama

En la mañana cuando tendía la cama, al momento de acomodar las almohadas, caí en cuenta que sigo durmiendo de un solo lado. Han pasado meses, y ese espacio tan personal y tan privado, como lo es el que destinas para quien repose a tu costado, aun esta vigente.
No me apura, se que el cuerpo poco a poco ira reclamando nuevamente ese espacio... hasta que llegue el día, en que se vuelva a compartir -el cuerpo, el reposo y el costado.


eugenio abraham
octubre 2011

Fumar.

A veces quisiera aprender a fumar, sobre todo en los días frescos. Sentarme en una banca frente a catedral, echar el cuerpo hacia atrás y viendo a la gente pasar arrojar el humo en espirales que suban y suban y suban... disipándose en el aire, desapareciendo... llevándose en el... mis besos.
- A veces quisiera aprender a fumar, a veces quisiera ya no desear besarte.

eugenio abraham

La ultima vez que dije te amo.

La última vez que dije te amo no hubo palabras… tan solo sostuve tu mano.
Bese tu frente, y asomándome a tus ojos note que también me mirabas. 
Tu tampoco requerías palabras (recostado allí, en esa cama de sabanas blancas).

La última vez que dije te amo, no será la última. 
(Se que simplemente, sera distinta).


Eugenio Abraham

La última vez que dije te amo no hubo palabras, tan solo sostuve tu mano.
Bese tu frente, y asomándome a tus ojos note que también me mirabas.
Tu tampoco requerías palabras.

Los fonemas aun siguen ausentes - quiza se fugaron con tu mano y tu frente.
No importa; la última vez que dije te amo no fue, ni sera, la última.
(Y las que siguen, tan solo seran diferentes).