Las yemas de mis dedos recorriendo suavemente tu piel.
Mis labios posándose como mariposas sobre tu espalda.
Y tu temblando y estremeciéndote.
Suavemente, como flor meciéndose ante el viento del este.
Y soy el viento. Y te vuelves flor.
Jugamos a esquivarnos y encontrarnos. A besarnos.
A perdernos en la profundidad de nuestras ansias.
Atraparnos mutuamente en nuestros labios.
Al acecho de mi lengua, tu boca. Pasión que desborda.
Y me vuelvo presa. Y te vuelves cazador.
Ven a reposar un minutos entre mis brazos.
Deja que mis manos se sumerjan en tu pecho.
que tus nalgas se encuentren con mi sexo.
Y besar… probar lo exquisito de tu cuello.
Te escribo un poema con la punta de mis dedos,
Y mientras en silencio mordisqueo tu lóbulo derecho
te bendigo, por permitirme usar tu cuerpo como lienzo.
Que los poetas no solo plasman en papel los sentimientos.
Que mas allá de las palabras los mejores versos
no son aquellos que se escriben….
sino esos que se trazan en el contorno de la piel.
Y se diluyen… y se escapan… y vienen y van a placer.
eugenio abraham
noviembre, 2009
Mis labios posándose como mariposas sobre tu espalda.
Y tu temblando y estremeciéndote.
Suavemente, como flor meciéndose ante el viento del este.
Y soy el viento. Y te vuelves flor.
Jugamos a esquivarnos y encontrarnos. A besarnos.
A perdernos en la profundidad de nuestras ansias.
Atraparnos mutuamente en nuestros labios.
Al acecho de mi lengua, tu boca. Pasión que desborda.
Y me vuelvo presa. Y te vuelves cazador.
Ven a reposar un minutos entre mis brazos.
Deja que mis manos se sumerjan en tu pecho.
que tus nalgas se encuentren con mi sexo.
Y besar… probar lo exquisito de tu cuello.
Te escribo un poema con la punta de mis dedos,
Y mientras en silencio mordisqueo tu lóbulo derecho
te bendigo, por permitirme usar tu cuerpo como lienzo.
Que los poetas no solo plasman en papel los sentimientos.
Que mas allá de las palabras los mejores versos
no son aquellos que se escriben….
sino esos que se trazan en el contorno de la piel.
Y se diluyen… y se escapan… y vienen y van a placer.
eugenio abraham
noviembre, 2009
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