Eran casi 35 cuando la muerte llego tocando y entro como dos enormes lunas, cuando se volvio un eco y se adentro a mi garganta y se quedo en mis dedos.
Desde entonces cada año me reinvento. No he cambiado de garganta ni de dedos. Pero celebro. Celebro estar cada vez mas vivo - y dejar atras, el choque de estar muerto
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