Esta noche mis labios tienen ansia por charlar suavemente con tu cuello, contarle de países escondidos en el sur, lugares exóticos -y eróticos, imperios que se levantan en el murmullo del viento y persisten por siempre en la memoria. Mis labios mueren por susurrar secretos a tu lóbulo derecho, contarle cien historias envolviéndolo una y otra vez, hasta enrojecerlo, hasta humedecerlo.
Las puntas de mis dedos… las puntas de mis dedos están ansiosas por entablar un diálogo sobre tu piel. Impacientes de perderse en el obscuro lenguaje de tus sombras. Navegar por tu pecho o por tu espalda. Recorrer tus piernas. Reconocer las plantas de tus pies. Y acercando mi boca a la palma de tu mano demostrarte que esta no es una lengua muerta. Que este idioma táctil, húmedo y obscuro que uso contigo, nunca, jamás, llegara a caer en el olvido.
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