La barra es una extensión delgada y alargada de tierra que separa a las tranquilas aguas de la laguna de las más bravas corrientes del mar. Yo recuerdo a mi padre llevarnos muchas veces. Mientras él manejaba el motor, mi hermana y yo sacábamos los pies o las manos por los costados de la lancha y jugábamos a abrir surcos en el agua, entonces él aceleraba o movía el bote para jugar con nosotros. Pero esto solo en las aguas tranquilas de la laguna, el mar abierto es bravo y no es lugar para niños nos decía.
La orilla de la barra era un lugar tranquilo, lleno de arena y de agua clara donde podías ver pececillos a simple vista, sin embargo tiene sus propios riesgos. Recuerdo una ocasión en que mientras caminaba cerca de la orilla, una raya (un pez plano que suele estar enterrado en la arena y que para mi mala suerte tiene un aguijón con veneno) me pico en el tobillo. Mi padre me llevo de regreso a casa, y bueno, no paso del dolor y una fiebre , al otro día ya andaba yo corriendo y jugando. A la raya no le fue tan bien, antes de irnos mi padre logro matarla pegándole con el remo, creo que termino siendo salpicón.
Así es la vida por allá, la naturaleza es sabia y creo la barra para separar las tranquilas aguas de la laguna de las más impetuosas aguas del mar. Cuando de repente se forma una tormenta, los pescadores que están en mar abierto saben que deben regresar, y tras pasar la barra pueden sentirse más seguros. Pero algo ha pasado, porque aunque la barra sigue allí, las aguas de la laguna ya no son tranquilas. Las tormentas hoy abundan y arrecian. En sus vientos, se llevan aquello que amamos dejando atrás solo la pesadez de lo incierto. Y algunas nuevas rayas han dejado las aguas y caminan impunemente por senderos antes tranquilos y serenos. Quisiera poder escribirle un final a esta historia, pero sucede que aun no lo encuentro.
No comments:
Post a Comment