a costa siempre ha sido una zona de tormentas. Viviendo allí aprendes a sentir el viento y los cambios de humedad, la cual generalmente siempre es abundante. Cuando se aproxima un norte, la temperatura baja unos cuantos grados, se siente como una descarga de electricidad en el aire. El cielo se pone gris y se va obscureciendo paulatinamente. Las ramas de los arboles se detienen y luego comienzan a mecerse, primero despacio, despacio, mas rápido, más rápido y cada vez mas fuerte hasta que se sacuden con tanta energía que pareciera que se estiran alejándose del tronco, como si quisieran alcanzarte y sujetarse de ti. Cuando pasa esto y escuchas al viento silbar por entre sus hojas, es porque finalmente el norte ha arribado.
El norte es como se le llama en la costa a esas pequeñas tormentas repentinas con ráfagas de viento que alcanzan grandes velocidades, la mayoría de las veces acompañados por lluvias torrenciales, tan densas, que es como si el cielo se volviera liquido y cayera a la tierra convertido en cientos de baldes de agua al mismo tiempo. Cuando un norte se aproxima los pescadores saben que deben regresar al puerto. Los niños saben que deben regresar a casa. Si estas a la intemperie sabes que debes buscar donde refugiarte hasta que el norte pase. Por que pasara. Habrá muchos charcos, pero el agua se secara eventualmente. Los arboles volverán a mecerse suavemente y las hojas perdidas retoñaran.
La costa siempre ha sido zona de tormentas. Viviendo allí aprendes a sentir el viento. Los huracanes y ciclones aunque mucho mayores en magnitud que un norte, son también parte de la vida en la costa. Y aprendes a prepararte para ellos. Pero los tornados, esos demonios disfrazados de viento que llegan de la nada y destruyen todo a su paso, que se llevan todo cuanto importa y vale mientras esparcen su caos sin sentido o direccion, esos... esos jamás han sido parte de la vida en la costa. Y estoy seguro, que jamás podríamos acostumbrarnos a ellos. Y si a este escrito le falta un final, es porque un tornado ha hecho nudo mis manos…
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