Existe debajo de mi cama una caja dorada donde guardo los momentos que, tras tu partida, paso soñando contigo. Anoche la caja cayó de mis manos y se abrió, y cada uno de estos momentos salió de ella corriendo libremente por toda la habitación. Brincando sobre la cama, golpeando contra la ventana, prendiendo y apagando la luz, jugueteando alegremente… todos menos uno que se encontraba reclinado sobre la cama, con su cabeza escondida entre sus manos. Podía escucharlo como sollozaba.
Lo mire fijamente y note que era muy viejo, tal vez el más viejo de todos. Así que me acerque a él lentamente, despacio para no inquietarlo. Puse mis manos sobre las suyas y sujetándolas descubrí su rostro, lo mire a los ojos con toda la ternura de la que puedo ser capaz y le pregunte su nombre: "Febrero" respondió. Me senté a su lado, pase mis brazos alrededor suyo y cuando finalmente lo tuve abrazado... lo sorprendí haciéndole cosquillas. Y así fue que su llanto se transformo en risa. Los demás momentos que corrían por la habitación comenzaron también a reír, y toda esta algarabía que se produjo comenzó a transformarse en luz: blanca, rosada, dorada, multicolor.
Cuando finalmente cerré la caja, tras de que todos los momentos que paso soñando contigo regresaran a ella, escuche un ligero golpeteo por dentro, así que la abrí nuevamente… y aquel momento que era el más viejo de todos ellos salió de pronto, me beso tiernamente y se fue volando por la ventana. No pude ver a donde se dirigía, sin embargo creo que se ha convertido en una estrella, porque desde entonces cada noche aparece una titilando gentilmente sobre mi casa.
eugenio abraham