reCitando:


"El cambio es la única cosa inmutable"
Arthur Schopenhauer (1788-1860) Filósofo alemán


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Monday, February 01, 2010

la hoja en el charco

Era una tranquila y apacible mañana de sábado,  se conmemoraba el día mundial de la No Violencia y yo me encontraba  caminando entre los árboles en el Parque del Chamizal. Me preguntaba muchas cosas, y es que últimamente he sentido debilitarse mi fe y cuestiono mis actos. Mis problemas personales sumados al clima de inseguridad, la crisis, la ola de violencia en la ciudad, la situación tan trágica en Haití, en Perú, la intolerancia y el prejuicio que resurgen en estos días de grandes cambios sociales, en fin.. tantas cosas, pretextos siempre habrá para sentirnos así. Preguntándonos  realmente que diferencia estamos haciendo.  Por que cuando necesitamos ayuda parece tan difícil encontrarla? Realmente vale la pena hacer un esfuerzo?

En fin, en mi mente muchas interrogantes. Pero de pronto mientras caminaba,  empecé a poner atención a mi alrededor. A escuchar las aves y los sonidos  del parque, sentir el viento y el sol.. y hacerme conciente de mis pasos. Y así fue como preste atención a el ruido de las hojas secas crujiendo bajos mis pies. Las hojas que se encontraban tiradas en el piso, inertes y secas,  hacían mucho ruido cuando las pisaba, lo que no sucedía cuando caminaba sobre el pasto verde.  Y entonces recordé una frase de Facundo Cabral que dice que “el bien es mayoría pero no se nota por es silencioso. Y que por cada bomba que destruye, existen miles y millones de caricias que diariamente construyen el amor.”

Pensé en esto a la vez que recogía una hoja del piso. La tome entre mis manos sintiendo su textura y seguí caminando. De repente me encontré con un charco, y  puse la hoja seca allí. La vi flotar y notaba como se movía sin rumbo fijo.
De repente un impulso me llevo a posar mis dedos sobre la superficie del charco, lo hice con el mayor cuidado posible y note como se iban creando ondas que se extendían cada vez mas y mas lejos… y estas ondas chocaban contra la hoja, y la hacían cambiar de dirección.

Y entonces comprendí algo. Allí frente a mi, con una simple hoja inerte y un charco, pude observar como un simple acto gentil puede expandirse tanto, que puede llegar a cambiar el curso de  cosas que no imaginamos. Y volví a sonreír, desde mi alma hacia mis labios.

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